Marco.
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Dicen
que el mundo no se puede explicar y que la lengua que usamos para describirlo es
una invención, una quimera, siempre se habla sobre lo que no existe, se cuenta
lo que no sucedió, se pintan los sueños y se describe solamente un universo
irreal, por ello Gala y yo repetimos lo mismo, hablamos del sexo de su matrimonio,
una simple excusa, algo que sólo vive para nosotros en esa pequeña estancia
íntima de mi estudio, un coto vedado, nuestra particular anacoresis común.
Han
ido pasando los años, le he pintado decenas de tablas y advierto, de una manera
simple y sencilla, que he visto a Gala tan desnuda como la podría haber
contemplado si yo hubiera sido su esposo o su amante diario. Ella y yo, aunque
no nos conocemos ni nos conoceremos jamás, hemos estado jugando a conocernos
hablando de una extraña fontanería que no conduce el agua a ninguna parte como
afirmaban, en sus famosos diálogos estoicos, Augustus y Fidelius, padre e hijo,
que igualmente conversaban sobre amores no consumados como lo hacemos Gala y yo,
platicando solamente.
Hablando
de otros hablamos de nosotros, y... Gala me ha estado mintiendo, no me ha
contado la verdad, o al menos no de una forma correcta, su esposo murió unos
años antes de venir a verme el primer día, y sus dos hijos fallecieron al poco
de nacer. Vive sola con unos pocos esclavos viejos.
Conmigo
ha construido una sencilla farsa a medias, revivir a su marido en nuestras
entrevistas cuando de él sólo queda una máscara mortuoria de cera. Tampoco tuvo
ninguna juventud disipada ni le gusta el teatro ni la música especialmente más
que lo que gusta a cualquiera, no yace ahora ni lo hizo antes con ninguna mujer
ni con ningún esclavo ni amante ocasional. Todo ha sido una simulación para
continuar viviendo a su lado gracias a mí.
La
única realidad es que sólo ha tenido, y ha conocido, a un hombre en su vida,
él, su esposo que la desposó; es cierto también que le fue absolutamente fiel y
que siempre lo amó como siempre ha dicho, con ternura y pasión, con dulzura y
energía, con absoluta decisión.
Podría
parecer, entonces, que sólo habla de oídas, que las fantasías que me pide en
mis pinturas las ha escuchado, o visto, en otros, pero no es cierto, sabe bien
lo que cuenta y conoce perfectamente y por sí misma cada uno de los detalles
que describe mucho mejor que mis putas que no recuerdan ni siquiera una décima
parte de la mitad de lo que han hecho con los hombres con los que han estado
durante el día.
Así
es, Gala es viuda y lo es desde hace mucho, la mujer de un solo hombre; su
esposo murió en las guerras de los emperadores hispanos y ella lo añora y lo revive
conmigo en mis dibujos, lo sé desde casi el principio y ella sabe que lo sé, su
amor y su devoción la traicionaron, y sus palabras la delataron, en ellas
encontré la verdad.
Yo,
Marco, sólo soy un pretexto, un instrumento, su mejor espejo, y no me importa,
¡qué más da!, yo también tengo a mi cocinera, a mi Esther, a la única mujer de
mi vida y a la que siempre he sido fiel igualmente como ella, a mi niña que
recuerdo cada día y cada noche de cada día sin olvidarme de ninguna.
Gala
y yo no nos hemos tocado ni rozado nunca, hemos, en cambio, conversado y nos
hemos contemplado en mis tabletas de madera que he pintado y de las que emergen
unas imágenes que hacen realidad nuestros pensamientos igual que si un dios, al
apiadarse de nosotros, abriera una ventana para juzgar nuestros corazones,
simples manzanas de un jardín secreto, verdes y maduras, que habremos de comer como
caníbales para poder sobrevivir.
“Noli
me tangere”, dicen que le dijo Jesús a Magdalena cuando le vio
resucitado, no soy el que era, no debes ni puedes tocarme.
Durante
este largo tiempo he ido dibujando en secreto su retrato, su bello rostro de
ojos almendrados y de sonrisa esbozada que da a entrever que sabe aquello que
ha de saber y que es únicamente lo que de nosotros depende. A ese deber nos
hemos sometido los dos porque siempre hemos sabido que el daño del mundo es
consecuencia de alguna clase de traición y de promesa no cumplida, en los
tratos y en las infidelidades y lealtades rotas nace el rencor y la venganza, ella
patricia y yo liberto hemos sido como dos hermanos o dos hermanastros, los
tratos siempre justos y creo que, a pesar del teatro que nos hemos ofrecido,
jamás nos hemos mentido.
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