"WHAT YOU SEE IS WHAT YOU GET"

dissabte, 7 de gener del 2017

Gala (y 6)



Gala (y 6)

Nosotros dos hemos estado conversando desde hace años sobre lo que no hay que guardar silencio aunque es preferible no hablar de ello demasiado, al menos no en público.

Platicar de lo que ya se sabe con alguien desconocido es una experiencia que parece banal pero que no lo es. Desde un punto de vista formal y oficial Marco y yo no nos conocemos aunque lo sabemos casi todo el uno del otro como si hubiéramos sido los arquitectos de la casa de cada uno; hemos dibujado sus planos y levantado sus muros; ambos conocemos los rincones más escondidos, las habitaciones más secretas y los agujeros en el suelo que se esconden debajo de los mosaicos de colores; hemos construido también los canalones y los desagües que conducen a la cloaca de la calle, las tomas de la fuente que provee de agua a la casa, y hemos aprovisionado la leña que alimenta los fogones de la cocina. Marco es como la ventana de mi mansión, a través de él veo el exterior donde el horizonte no tiene fin.

Una vez soñé que viajaba por los mares que deben de haber al oriente del oriente, mucho más allá de la última huella que dejó Alejandro.

Me veía a bordo de un gran barco al que no movían ni los remos ni el viento, que en su interior albergaba un gran monstruo que le daba el calor y la fuerza para navegar y que conocía a su domador que lo templaba y le daba de comer, un marinero vestido de blanco que me hablaba como si yo fuera él y él yo. Los dos conversábamos en cubierta disfrutando del frescor de las brisas que soplan en el otro lado del mundo que también está poblado, como el nuestro, por legiones de hambrientos y desamparados, de emperadores y de generales que dicen ser hijos del cielo y de sus dioses. Yo iba a reunirme con mi padre, un filósofo que enseñaba en una Academia a los jóvenes que querían escucharlo. Pero la guerra había estallado y los soldados de un bando lo tenían preso. Al final, con la ayuda de mi marinero, lo rescataba, pero él, mi blanco navegante, perdía la vida en la pelea, el barco a su monstruo que lo movía y yo a mi pobre alma que con la suya regresaba a casa, a esa orilla de ese mar inmenso que Marco ha pintado tras una ventana de mi solitaria habitación y que dice, convencido de ser cierto, da la vuelta al cielo acabando por donde ha empezado que es por donde han de terminar todas las cosas que bien comienzan. (4)

Al llegar a casa, cargado con sus bártulos de pintor, para decorar mis paredes con otras de pintadas, Marco me ha regalado un cuadro en el que aparece mi retrato que ha ido dibujando a lo largo de los años. Me ha sorprendido, no me lo esperaba, no podía imaginarme a mí misma como si fuera otra, como alguien ausente. Cuando nos vemos en el metal bruñido lo hacemos con nuestros propios ojos, en cambio, una pintura la miramos con los ojos de otro, como si leyéramos unas palabras que no hemos escrito nosotros, una respuesta a una carta, a una pregunta con otra respuesta. Su larga ejecución, me ha dicho Masrco, impide concluirlo, él cree que terminará de pintarse solo o que no lo hará nunca mientras haya quién lo mire, tal vez alguien lo desentierre de las arenas de algún desierto para viajar a través de los recuerdos de otros que también serán los suyos.

Todas nuestras pláticas sobre Eros, sobre besos, blancos o negros, todas esas pequeñas tabletas con escenas sensuales han culminado en mi retrato, en el dibujo de mi rostro con su frente y sus cejas, con sus mejillas y sus labios, con su boca y sus ojos pardos, mi barbilla y mi cuello que sostiene mi cuerpo y mis cabellos que se sueltan cada vez que mi esposo querido regresa del Hades para acariciarlos. 


Noli me tangere”, dice Marco que dicen que le dijo Jesús a Magdalena cuando lo vio resucitado, no soy el que era, no debes ni puedes tocarme. Eso le oigo decir a mi esposo al que no puedo tocar ni sentir cuando me mira.

(4) El Yantgsé en llamas. (Película) 

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