Gala (4 de 6)
Los
jardines están abandonados aunque el jardinero no está lejos, las matas y las
flores parecen bien cuidadas y regadas, pero dentro de la casa, en algún
rincón, siempre hay algo desordenado, descolocado y fuera de lugar, un objeto
en el suelo o alguna sombra que revolotea fuera del cuadro, una ventana abierta
o una puerta entrecerrada, alguien olvidado que está por llegar. Marco y yo
hablamos, sin aparentar que lo hacemos, del que está ausente y todavía no ha
regresado, hablamos de nosotros.
Marco
siempre afirma que soy muy exigente en las descripciones que sus figuras
representan, es verdad, quiero que los rostros no mientan y que digan lo que
dicen cuando creen que nadie los mira, que no cierren los ojos como si cerraran
las ventanas, que dejen que los contemplemos igual que hacemos con las máscaras
de los actores. El orgasmo es un poco tonto porque es demasiado corto, sobre
todo en los hombres que se contentan con un simple estornudo y con el
desfallecimiento bobo que luego acontece, no hay tiempo para pensar porque no
hay nada que pensar en ese momento, el cerebro se embota y los músculos pasan
de ser piedra a ser lodo.
¿Hemos
las mujeres de enfajar nuestros pechos como prescribe la tradición y la moral?,
yo creo que no, a mi y a mi esposo nos gustaba que se contonearan libres
delante de sus narices, que su lengua los quisiera apresar como si comiera
cerezas o uvas maduras del mismo árbol.
¿Cuándo
se realiza un cunnilingus cuál debe ser la dirección de la lengua?,
¿longitudinal o transversal?, ¿es mejor una cama o una mesa?, ¿qué deben de
hacer mientras tanto las manos?, ¿hay que decir algo o es mejor callarse? ¿Un
pene es un caño, un tubo, un canalón, o el fémur de un carnero asado que
paladeamos con avidez?, ¿hay que soplar o succionar? A mi esposo le gustaba
entrar por detrás, acariciarme como si tocara una lira mientras se desparramaba
dentro de mi retaguardia.
Marco me escucha respetuoso y con su manera parsimoniosa me atiende y me pregunta por detalles pequeños y colaterales, nimios, pero en absoluto intrascendentes ni banales: ¿arriba o abajo?, ¿derecha o izquierda?, ¿de cara o de lado? No tiene prisa en conocer la respuesta como tampoco en pintar, sabe esperar. Afirma rotundo que ninguna escena puede pintarse en menos de un año porque la luz nunca es igual cada día ni a lo largo de la jornada. Aunque ha pintado con las ventanas abiertas también lo ha hecho a oscuras, a la luz de las velas tintineando. Pero sus tabletas eróticas ha de terminarlas deprisa, Eros es un dios bifronte, exige igualmente parsimonia y resolución, torpeza y habilidad al mismo tiempo, su pincel debe trazar líneas y manchas, abrir espacios y cerrarlos como se cerraban mis piernas alrededor de mi esposo cuando entraba en sus aposentos, en la mansión de su cautiva, en mí.
Marco me escucha respetuoso y con su manera parsimoniosa me atiende y me pregunta por detalles pequeños y colaterales, nimios, pero en absoluto intrascendentes ni banales: ¿arriba o abajo?, ¿derecha o izquierda?, ¿de cara o de lado? No tiene prisa en conocer la respuesta como tampoco en pintar, sabe esperar. Afirma rotundo que ninguna escena puede pintarse en menos de un año porque la luz nunca es igual cada día ni a lo largo de la jornada. Aunque ha pintado con las ventanas abiertas también lo ha hecho a oscuras, a la luz de las velas tintineando. Pero sus tabletas eróticas ha de terminarlas deprisa, Eros es un dios bifronte, exige igualmente parsimonia y resolución, torpeza y habilidad al mismo tiempo, su pincel debe trazar líneas y manchas, abrir espacios y cerrarlos como se cerraban mis piernas alrededor de mi esposo cuando entraba en sus aposentos, en la mansión de su cautiva, en mí.
Ambos vivimos solos, él con un par de esclavos y yo
con veinte, y como yo es también una persona desconfiada, a veces pienso que me
gustaría ser la reina de la orgía, ser atendida por un numeroso grupo de
hombres y de mujeres en confusión, desconocidos, gente anónima que nunca más
volveré a ver. Saciarme, emborracharme, vomitar y volver a comer sabiendo que
el cuerpo termina expulsando, por alguno de sus agujeros, los fardos que lastran
esas alas que no tenemos, eso que llamamos amor, alma, espíritu, psique, ¿por
qué lo queremos todo?, ¿por qué no tenemos nada?
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