"WHAT YOU SEE IS WHAT YOU GET"

dissabte, 7 de gener del 2017

Gala (5 de 6)



Gala (5 de 6)

Cuando me salían los primeros dientes de leche roía la barbilla de mi padre que paciente se dejaba hacer por mí, por su hija pequeña, sin quejarse ni lamentarse y con una eterna paciencia. Me sentaba en sus rodillas y jugaba a cabalgar corceles más rápidos que los caballos de Neptuno, con ellos conquistaba imperios y corazones como lo hizo Cesar al que amaron las mujeres de Roma. Yo quería seducir igual a los hombres, sin esfuerzo ni siquiera necesidad por mi parte, ser una luciérnaga en medio del pantano. Pero nada de todo eso sucedió.

Soy una mujer educada y más culta que la mayoría de los hombres, de joven quería vivir sin que nadie me dijera cómo debía de hacerlo, y soñar, de esa manera, que la buena existencia es aquella que lo mejor que puede suceder está siempre por llegar. Delante de Marco simulo   –aunque él no crea demasiado muchas de las cosas que ve- ser un hombre, trato de hablar como ellos, imitar los gestos varoniles, pensar igual y desear lo mismo, tener sus sentimientos. ¿Cómo son los hombres? Lo ignoro, debe de haber de todo, yo creo que son lo más parecido que hay a las mujeres, pero el gato montés es de mayor tamaño que los que habitan las ciudades, su pelo atigrado es también más fino, gris verdoso con rayas negras y se cruzan con facilidad con los de nuestras casas. Es un cazador diestro y se alimenta de toda clase de animales, ratas, pájaros, lagartos, ardillas e insectos. Cuentan que es peligroso atraparlo pues se resiste con fiereza. De sus pieles hacen capas y mantas para el invierno. (2)

Las mujeres romanas no somos nada más que el recuerdo que podamos edificar en la memoria de nuestros hijos y de alguno de los varones que nos han acompañado, nuestra casa es la memoria de otros, ese valle tan frágil y tan expuesto a las salvajes inundaciones que lo arrastran todo. Las romanas no poseemos nada fuera de aquello que poseen nuestros hombres y ellos, pobres ilusos, pierden sus bienes de una manera demasiado fácil. Por eso me gusta Marco, fue un esclavo que tampoco tuvo nada y que no llegó a poseer ni lo más humilde ni tampoco lo más preciado, la libertad, quizá por ello no puede olvidar a su judía, una simple mujer que amó, que se le murió entre las manos pintada de blanco. ¿Podría yo ser ella?

Dice Cátulo que:

Los soles se ocultan, y pueden aparecer de nuevo;
pero cuando nuestra efímera luz se esconde
la noche es para siempre,
y el sueño, eterno

Un amigo de Marco, un orfebre sajón, le cuenta que sueña, cuando contempla las estrellas, que esos puntos brillantes en el firmamento son fuegos de campamentos, y se pregunta si, igual que las calzadas nos conducen de una ciudad a otra, las estrellas nos llevan a la muerte. (3)

Me estoy muriendo, estoy enferma y empiezo a soñar con esas estrellas que alumbran otros hogares, quiero que Marco las pinte en las paredes de mi casa, tras unas ventanas falsas y a plena luz del día, el cielo claro y quieto.

En el fondo estoy invitando a mi pintor a que entre en mi alcoba y creo que así lo ha entendido él aunque no se ha sorprendido por mi propuesta, ya me ha visto desnuda cuando le he servido de modelo en otras ocasiones, ya sabe pues cómo huelo y del olor puede imaginar mi sabor y todo lo demás. Marco siempre me explica que la verdad de la existencia, llamada también vida, es la capacidad de soportar el dolor que causa la experiencia del tiempo, y que en la experiencia del tiempo está la muerte y la muerte es la frontera del mundo y el mundo es lo que hace al caso. Todo lo que hay más allá es todo aquello sobre lo que es mejor guardar silencio.

(2) Tratado de peletería, Josep Tapbioles

(3) Van Gogh


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