Philip Lorca di Corcia
Sufrimiento fetal (5 de 9)
12 de enero
Amor mío, creo que hace tiempo te comenté que habíamos detectado en Daniel,
que como ya sabes tiene seis años escasos, señales de tartamudez. Al principio
no le di importancia, pero he de confesarte que han aumentado y casi ya puedo
decir que ahora es un problema notorio. Todo está relacionado con sus problemas
de conducta y atención. Pero a mí me preocupa mucho por lo que pueda
representar en su desarrollo, que lo convierta en una persona retraída y que
dificulte su relación con los demás. Ya sabes cómo son los niños, mucho más
crueles que los adultos, y a mí se me parte el alma al pensar que pueda ser
objeto de burla de sus compañeros. Luis y yo estamos preocupados aunque el
psicólogo que lo lleva no le da demasiada importancia. Él se muestra optimista
en su recuperación; hoy en día, dice convencido, esa no es una dificultad
grave, hay maneras de solucionarlo.
Espero que tenga razón. Cuando los hijos tienen problemas de esta clase no
puedes dejar de mortificarte pensando si no has tenido parte de culpa, si el
trabajo y tus propias preocupaciones personales te habrán impedido prestarles
la atención que necesitan, ser tan buena madre como debes y quieres ser. Y este
problema de Daniel me preocupa mucho. Ya sabes que soy una buena periodista, he
dado y doy conferencias, he colaborado también en un programa de radio y sé por
experiencia propia lo importante que es la palabra y su expresión oral. Mi
primer trabajo fue precisamente en una pequeña emisora local. Recuerdo que
cuando me contrataron el director me llevó a su casa, yo me temí lo peor,
sospeché que se quería acostar conmigo, hacerme chantaje para darme el empleo.
Al llegar recelé de él todavía más, se fue directamente a la ducha, se desnudó
y se metió en ella. No me pidió que lo acompañara, a mí se me subió la mosca
detrás de la oreja, incluso pensé, “ahora me deja tirada”. Pero no, desde
dentro de la ducha me pidió, “¡señorita, haga el favor de hablar, quiero oírla
con el agua cayendo a ver que tal suena su voz de esta manera!” Luego me contó
que muchas personas escuchan la radio mientras se duchan.
La voz, dicen, es lo que menos cambian las personas. Se transforma nuestro
cuerpo, nuestro olor y nuestro sabor, pero la voz no, sigue siendo la misma,
quizás tenga menos fuerza o potencia, pero es siempre la misma. Yo de jovencita
tenía voz de mujer adulta y ahora que lo soy sigue siendo así. Me consuela
saber que cuando sea viejecita continuaré teniendo una bella y sensual voz de
mujer madura. Esa que a ti tanto te gusta y que dices que te enamora.
Rezo a Dios para que nos ayude. Estoy segura que lo hará. Cuando pides algo
con absoluta fe siempre lo obtienes, ya lo sabes. Pero Dios te ha traído a mí
sin pedirte. Eres el mejor regalo de mi vida. ¡Te quiero tanto! No paro de
pensar en ti y desear tu cuerpo. Bueno, en realidad nada es exactamente así, ni
creo en Dios ni me gusta ser madre, mis dos hijos son unos ladrones que roban
mi vida, despiadados y crueles, parásitos, vampiros, la vida de mi hijo será la
suya, no la mía, si tartamudea que no hable o que use el lenguaje de los
sordomudos, con él no se puede tartamudear, ¿verdad?
Yo soy, siempre lo he sido, una experta en lenguaje técnico, el de una
economista. Siempre he sido muy cuidadosa con mis palabras y nunca he usado
tacos ni digo palabras malsonantes ni soeces. Ya sabes que en mi casa no se
oían, ni mi padre ni mis hermanos pronunciaron una sola vez ninguna de ellas. Bueno,
eso tampoco es correcto del todo, mi padre no las decía, pero las pensaba,
¡ja!, con su cara pagaba, toda ella era un taco.
Cada noche, antes de acostarme me masturbo en la ducha contemplando tu
rostro en las fotografías que vuelan dentro de mi cabeza. Me siento confundida,
clavada en una cruz donde esos clavos no han sacado a otros.
Tienes un perfil bonito.
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