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dissabte, 11 de febrer del 2017

Sufrimiento fetal (5 de 9)

Philip Lorca di Corcia

Sufrimiento fetal (5 de 9)

12 de enero

Amor mío, creo que hace tiempo te comenté que habíamos detectado en Daniel, que como ya sabes tiene seis años escasos, señales de tartamudez. Al principio no le di importancia, pero he de confesarte que han aumentado y casi ya puedo decir que ahora es un problema notorio. Todo está relacionado con sus problemas de conducta y atención. Pero a mí me preocupa mucho por lo que pueda representar en su desarrollo, que lo convierta en una persona retraída y que dificulte su relación con los demás. Ya sabes cómo son los niños, mucho más crueles que los adultos, y a mí se me parte el alma al pensar que pueda ser objeto de burla de sus compañeros. Luis y yo estamos preocupados aunque el psicólogo que lo lleva no le da demasiada importancia. Él se muestra optimista en su recuperación; hoy en día, dice convencido, esa no es una dificultad grave, hay maneras de solucionarlo.

Espero que tenga razón. Cuando los hijos tienen problemas de esta clase no puedes dejar de mortificarte pensando si no has tenido parte de culpa, si el trabajo y tus propias preocupaciones personales te habrán impedido prestarles la atención que necesitan, ser tan buena madre como debes y quieres ser. Y este problema de Daniel me preocupa mucho. Ya sabes que soy una buena periodista, he dado y doy conferencias, he colaborado también en un programa de radio y sé por experiencia propia lo importante que es la palabra y su expresión oral. Mi primer trabajo fue precisamente en una pequeña emisora local. Recuerdo que cuando me contrataron el director me llevó a su casa, yo me temí lo peor, sospeché que se quería acostar conmigo, hacerme chantaje para darme el empleo. Al llegar recelé de él todavía más, se fue directamente a la ducha, se desnudó y se metió en ella. No me pidió que lo acompañara, a mí se me subió la mosca detrás de la oreja, incluso pensé, “ahora me deja tirada”. Pero no, desde dentro de la ducha me pidió, “¡señorita, haga el favor de hablar, quiero oírla con el agua cayendo a ver que tal suena su voz de esta manera!” Luego me contó que muchas personas escuchan la radio mientras se duchan.

La voz, dicen, es lo que menos cambian las personas. Se transforma nuestro cuerpo, nuestro olor y nuestro sabor, pero la voz no, sigue siendo la misma, quizás tenga menos fuerza o potencia, pero es siempre la misma. Yo de jovencita tenía voz de mujer adulta y ahora que lo soy sigue siendo así. Me consuela saber que cuando sea viejecita continuaré teniendo una bella y sensual voz de mujer madura. Esa que a ti tanto te gusta y que dices que te enamora.
Rezo a Dios para que nos ayude. Estoy segura que lo hará. Cuando pides algo con absoluta fe siempre lo obtienes, ya lo sabes. Pero Dios te ha traído a mí sin pedirte. Eres el mejor regalo de mi vida. ¡Te quiero tanto! No paro de pensar en ti y desear tu cuerpo. Bueno, en realidad nada es exactamente así, ni creo en Dios ni me gusta ser madre, mis dos hijos son unos ladrones que roban mi vida, despiadados y crueles, parásitos, vampiros, la vida de mi hijo será la suya, no la mía, si tartamudea que no hable o que use el lenguaje de los sordomudos, con él no se puede tartamudear, ¿verdad?

Yo soy, siempre lo he sido, una experta en lenguaje técnico, el de una economista. Siempre he sido muy cuidadosa con mis palabras y nunca he usado tacos ni digo palabras malsonantes ni soeces. Ya sabes que en mi casa no se oían, ni mi padre ni mis hermanos pronunciaron una sola vez ninguna de ellas. Bueno, eso tampoco es correcto del todo, mi padre no las decía, pero las pensaba, ¡ja!, con su cara pagaba, toda ella era un taco.

Cada noche, antes de acostarme me masturbo en la ducha contemplando tu rostro en las fotografías que vuelan dentro de mi cabeza. Me siento confundida, clavada en una cruz donde esos clavos no han sacado a otros.


Tienes un perfil bonito.

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