"WHAT YOU SEE IS WHAT YOU GET"

dijous, 9 de febrer del 2017

Sufrimiento fetal (3 de 9)

Philip Lorca di Corcia

Sufrimiento fetal (3 de 9)

13 de diciembre

Amor mío, de vez en cuando “news are good news too

Esta mañana ya sabía que habría buenas noticias. Luis, al despedirse, me ha guiñado un ojo y yo, desde la cama, le he sonreído con cariño. Los mejores pronósticos se han cumplido, al mediodía me ha llamado para darme la buena noticia. Este ascenso significará la culminación de un largo proceso que todavía no ha terminado y en el que los dos hemos sido parte. Luis y yo. Ambos hemos luchado, sufrido y ganado.

Esa felicidad que siento la quiero compartir ahora contigo, mi invento, y se multiplica por el hecho de escribirte. En mis cartas quiero anticipar todo el placer que voy a sentir al verte y toda la felicidad que deseo que obtengas de mí.

Cada mañana, ya lo sabes, lo primero en quien pienso es en ti, al abrir los ojos te imagino a mi lado, medio tapado por las sábanas y medio desnudo. Son momentos tiernos y excitantes. Luis se levanta temprano y me deja sola en esa cama enorme que compartimos él y yo. Es en ese instante delicioso, aún entre las brumas del sueño y el despertar, cuando más te quiero y más me apeteces, cuando estás conmigo en mi corazón, abandonado en tu sueño, indefenso para mí, sin olor ni sabor. Cuando te pienso y te deseo, te imagino a mi lado tal cual te veo en esas fotos que me envías a veces con la malvada intención de ponerme nerviosa, y termino mojándome, inevitablemente.

Ya sabes que me dediqué a la economía porque me gustaba y porque pensé que tendría más salidas profesionales. Sin embargo, tal vez hubiera preferido ser topógrafa, trabajo de campo, dibujar aquello que no tiene forma como ahora tú mismo. Dibujar el paisaje sin alterarlo, ni con máquinas excavadoras ni tampoco con pinceles y telas. Aceptar la tierra y el agua que fluye de mí, mi espacio vital, mi área de seguridad y aprender a vivir como un anfibio fuera de ella, en plena incomodidad y molestia. Vivir en el azar, en peligro. Sola. Sin depender de nadie, ni siquiera de la opinión de otros, sin pedir consejos, vivir sin eco. No quiero que la pelota regrese a mí, no quiero tener en frente una pared. Por eso te tengo a ti.

Luis me ha invitado a cenar esta noche, quiere celebrar conmigo su ascenso. Estoy tan feliz. He pensado regalarle algo, pero ya tiene de todo. Quizás un libro, a él le gusta mucho la filosofía, ya te lo he contado, en la oficina le llaman “Sócrates” por ese aire de sabio que aparenta. Voy a salir a comprarlo, algo encontraré, pero antes llamaré a la canguro, los niños todavía son demasiado pequeños para quedarse solos en casa.

Quiero decirte también que me moriré de vergüenza cuando hagamos el amor frente a un espejo, bueno, o no, pero me moriré; empiezo a darme cuenta que me excita esa vergüenza, y también vernos como si fuéramos otros; me excitan a mí misma mis propios gemidos como si fueran los de otra mujer, y mucho más cuando lo hemos hecho por teléfono, aunque sea un teléfono sin línea y sin nadie al otro lado. Me excita mi cuerpo incluso más que el tuyo. Por eso sé que cuando estemos juntos, cuando nos miremos en el espejo, lo haremos con ojos ajenos, ese reflejo será la prueba de cargo de nuestra deriva, de  nuestra huida de la tierra.

Quizás le regale la Historia de la filosofía occidental de Bertrand Russell. Me la recomendaste tú, ¿verdad?


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