Día tres. Solamente le doy quince días.
- ¿En la cama o en la
alfombra? Nunca recuerdo nada, nada que supere la cantidad de quince, quince
monedas, quince dedos, quince apóstoles, quince años, así que pronto te
olvidaré, tal vez por eso te pido de nuevo tu cuerpo a cambio del mío. No
quiero olvidarte.
- Es un mal negocio, el
cuerpo siempre es la moneda equivocada y lo sabes bien. ¿Qué quieres comprar
con él?, ¿nuevos recuerdos o viejas esperanzas?
- Eres un poeta cursi.
- Y tú eres una musa, no
me hagas reír.
- No seas arisco, lo que
yo compro es todo de segunda mano.
- ¿Por eso me elegiste a
mí?
- No quería decir eso, yo
aún no he cumplido los treinta y tres, debería gustarte.
- Eso es lo malo, me
gusta, y a mí me restan pocos para llegar a los sesenta, pronto no me quedarán
más que minutos y fotografías amarillentas.
- De primera mano.
- Sí.
- ¿Soy bella?
- Lo eres, y mucho.
-No, no lo soy.
-Sí, sí que lo eres.
- Estuvimos poco tiempo
juntos y ahora solamente quieres darme quince días, no seas mezquino, al menos
no lo seas conmigo.
- ¿Quieres más?, ¿para
qué?
- No lo sé y no necesito
saberlo, para mí es suficiente con pedírtelos como lo estoy haciendo, sin pudor
ni vergüenza, con naturalidad, con el derecho que me otorga ser tu amiga y
haber sido tu amante, recuerda que soy una mujer, contigo jamás he sido ninguna
niña.
- Recuerda tú que yo
pronto seré un anciano, y que contigo jamás lo he sido. Ni tú una niña ni yo
ningún viejo.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada