"WHAT YOU SEE IS WHAT YOU GET"

dilluns, 15 d’agost del 2016

Quince días. Una historia de amor en veintiún días más otro de propina. (1)


Día uno.  Me pide que seamos amantes de nuevo.

Hace mucho tiempo que somos buenos amigos, nos vemos cada cuatro o seis meses, y aunque no es muy a menudo debería ser bastante y quizás también suficiente.

A mediados de septiembre pasado viniste y me solicitaste que te prestara El amante, de Marguerite Duras, querías leerlo de nuevo. Yo mismo te lo regalé cuando nos conocimos, quince años atrás, y ahora, según me confiesas, lo debes de haber extraviado en algún rincón olvidado.

Al pedírmelo me recordaste mi elogio de entonces que calificaste de “encendido”. Te respondí que aunque exagerado, y seguramente equivocado, era también adecuado para una historia esencialmente sexual entre una colegiala y un hombre maduro. Te reíste.

“A nosotros nos separaban veinticinco años”, me escuché a mí mismo evocar en voz alta delante de ti.

Lo dije sin pensar, observando el cielo inmaculado en tu frente y el arcobaleno perfectamente dibujado en medio de tu ceño.

Recuerdo que hoy, igual que ayer, los colores saltaban de un iris al otro adornando el gesto de tus ojos.

Al oírme sonreíste y me miraste sin dejar de sonreír ni de mirarme.

- Es cierto, solamente veinticinco. Acababa de cumplir los dieciocho, y aunque ya era toda una mujer fuiste mi primer hombre -me respondiste resplandeciente y serena.

- Sí, lo eras -reconocí.

- Me gustaría ser de nuevo tu amante -añadiste de repente y de sopetón, escueta, manteniendo la mirada, cabalgando mis palabras y sin más preámbulo que el de pedirme ese libro.

- Únicamente dispongo de quince días -te respondí tan lacónico como tú. Fue lo primero que se me ocurrió balbucear, aparte de ser verdad -a primeros de octubre espero visitas y deberé ser un buen anfitrión y también…

- … Aunque solamente fueran quince minutos los aceptaría igual, aunque fueran quince pobres segundos los quiero enteros y todos para mí, dijiste sin dejarme finalizar.

Igual que entonces, pensé, siempre terminabas quince veces o más antes que yo acabara una sola, continuabas siendo una yegua desbocada.

Cap comentari:

Publica un comentari a l'entrada